Pretemporada 2019 - Presentación:
Misura Leyendas 2 - Ya Van a Ver 2
(en Parque Sarmiento)
Podemos ganar, empatar o perder. Pero la esencia está ahí, latente, mágica, nuestra. Y el enunciado no se trata de cierta voluntad de resiliencia o un modo de suavizar tropiezos.
Para nada; lo cuentan las estadísticas: no perdemos casi nunca.
Estamos siempre. Nos rearmamos. Nos reconstruimos como un rompecabezas roto.
Fin de semana largo: 34 tipos que no pueden. Varios de los que suelen estar; algunos de los que vienen a dar una mano; y esos otros magos que se quieren vestir de Azul.
Un tal Papu -soldado de cualquier batalla- arriba desde Quilmes. Y juega de central. Y cumple. Y se suma al tercer tiempo. Un rato más tarde, tras seguir pensando en el libro y en el documental que está realizando sobre Defensa y Justicia, irá a ver al equipo de su corazón, Argentino de Quilmes, El Mate.
Oscar -figura que podría ausentarse sin perder su puesto de mejor arquero de la UBA- llega desde la casa de un amigo. Despuès de un par de birras compartidas tendrà que regresar a Temperley.
Juan -después de una cagadera que duró toda la semana- se suma al equipo, con su novia en la tribuna.
Chipi se viene desde el fondo del norte, desde Nordelta, y llega a horario y ya sabe en detalle cada una de las funciones que ofrecerá en cada situación del juego.
Grazio, Faldu, Santiago y Gagge -averiados y todo- eligen estar, jugar. Dan todo lo que tienen. Y hasta un poco más.
Gagge salió lesionado. Entiende que quizá no debería haber arriesgado. En una frase escrita en Whatsapp nos define a todos los que nos levantamos tantas veces para construir y sostener al Leyendas:
-Es que me muero por jugar.
¿No son esas actitudes generosas una historia de amor al equipo, incluso al fútbol?
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Empatamos 2-2 contra un rival competitivo, de los que aún tienen chances de entrar -como nosotros- a las semifinales en el Torneo de la UBA.
No brillamos, es cierto. Y también lógico. Pero el primer gol fue un golazo. Y estuvimos a casi nada de ganarlo. Interpretando el contexto y las circunstancias: nada para reprochar. Casi todo lo contrario: un aplauso.
De los detalles del juego, como siempre, hablaremos luego. No hay que dar ventajas ni por acá, en nuestro Blog. Como todos sabemos: no nos sobra nada. Claro, porque queremos salir campeones.
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Penales: Misura Leyendas, 5-4
Pero hay más, quizá lo más lindo, seguro lo más importante.
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Empatamos 2-2 contra un rival competitivo, de los que aún tienen chances de entrar -como nosotros- a las semifinales en el Torneo de la UBA.
No brillamos, es cierto. Y también lógico. Pero el primer gol fue un golazo. Y estuvimos a casi nada de ganarlo. Interpretando el contexto y las circunstancias: nada para reprochar. Casi todo lo contrario: un aplauso.
De los detalles del juego, como siempre, hablaremos luego. No hay que dar ventajas ni por acá, en nuestro Blog. Como todos sabemos: no nos sobra nada. Claro, porque queremos salir campeones.
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Penales: Misura Leyendas, 5-4
Pero hay más, quizá lo más lindo, seguro lo más importante.
Abel tiene 7 años. Es hijo de Rodri. Mira el partido con intensidad a modo de asistente. "No sé por qué definió así mi papá", se queja sin vehemencia en la situación más clara que tuvimos para ganar el partido. Va a buscar agua, opina, es alcanzapelotas eficiente, mira todo, conversa.
También pregunta:
-Walde, ¿jugamos a los penales después?
-Dale.
Y nosotros, a nuestro modo y manera, desempatamos el partido. Ganó él -vestido de River, pero Misurense de Ley- con la eficacia de su zurda. Lo demostró: patea los penales mejor que su papá. Fue 5-4 el resultado final.
Ganó Abel. Ganó Misura.
Ganó Abel. Ganó Misura.