viernes, 21 de febrero de 2014

Espíritu Misura

Año 1993, el primer Misura, con remera roja, en la D, en la primera campaña oficial en el Torneo de la UBA. Aquel equipo que se transformaría en El Expreso Misura, tras conseguir dos ascensos consecutivos en sus primeras dos campañas.

Lo escribimos cuando el Blog, que está iniciando su séptima temporada sin interrupciones, nacía: "La gloria para este equipo es otra: la perfecta excusa de una amistad". Incluso más allá de los ascensos consecutivos del Expreso Misura (1993 y 1994, en las primeras dos Temporadas en el Torneo de la UBA), del Título de Honor en el Master 2005, de la impresionante Triple Corona de 2010 y también de la creación del Misura Leyendas, ese perfecto espacio de reencuentros. En definitiva, esa frase breve es la matriz de este equipo. Porque Misura no es solamente los goles de Rodri o los pases de Pancho o los cabezazos de Diego o las atajadas de Grazio o las ya lejanas corridas de Nito por la izquierda. Somos la reunión y la cerveza después del partido, los encuentros, los pibes que se fueron sumando, los que no juegan pero siempre preguntan, los que entramos a la página de la UBA para ver qué onda el próximo rival, los que se miran y se reconocen más allá del paso del tiempo.

Misura, además, tiene magia. Lo demostramos en el desenlace del año pasado cuando nos convertimos para siempre en Leyendas. Parecía que íbamos a descender justo antes de mudarnos a Veteranos. El jueves éramos siete. Algunos pensaron en ir y firmar. Pero no. No se podía. Había que rearmarse con lo que había para el domingo; con la Vieja Guardia, con los fantasmas de la gloria. Y entonces, lo imposible terminó siendo un nuevo episodio épico: con la base del Expreso Misura, con veteranos averiados, con los que teníamos, se consiguió el nuevo milagro.

Así fue siempre. Y lo conseguimos siempre con la misma lógica: a pesar de todo. Ya lo contamos al contexto, pero vale repetirlo: hay equipos que representan ciudades -como Wolframio Coronel Suárez o Defensores de Viedma o Estudiantes de Trelew-; hay otros que se armaron como si fueran un club -como Namberwan- y hasta cuota social cobran. Y también estamos nosotros, desde hace más de dos décadas. Los viejos representantes de un curso cualquiera del Sanro. Un grupo breve que se fue haciendo más grande. Que sumó gente y amigos y, sobre todo, mística. Como esa pretensión de metáfora que contamos El Día de la Permanencia, esa suerte de tardía consagración: fuimos y somos la invencible Galia de Asterix ante el Imperio Romano, pero sin pociones mágicas.

Y como en los viejos videos que ahora Gonza y Rodri editaron, esos en los que somos otros pero a la vez somos los mismos, mostramos un pedazo de nuestra historia. La de los goles, pero sobre todo la de los abrazos. La de los penales errados, pero sobre todo la de la sonrisa que acompaña mansamente al error. La de las gambetas, pero sobre todo la de las construcciones colectivas más allá del campo de juego. La de las atajadas decisivas, pero sobre todo la de las derrotas compartidas sin culpables. En definitiva, el auténtico Espíritu Misura...