miércoles, 25 de enero de 2017

Sobre penales


El penal más largo del mundo, precioso cuento de Osvaldo Soriano, ese gordo genial.

"(...) El último enfrentamiento fue histórico por el penal. El estadio estaba repleto y los techos de las casas también. Todo el mundo esperaba que Deportivo Belgrano repitiera los siete goles de la primera rueda. El día era fresco y soleado y las manzanas empezaban a colorearse en los arboles. Estrella Polar trajo más de quinientos hinchas que tomaron una tribuna por asalto y los bomberos tuvieron que sacar las mangueras para que se quedaran quietos".

"(...) Según el tribunal de la Liga, que se reunió el martes, faltaban jugarse veinte segundos a partir de la ejecución del tiro penal y ese match aparte entre Constante Gauna, el shoteador y el gato Díaz al arco, tendría lugar el domingo siguiente, en el mismo estadio a puertas cerradas. De manera que el penal duro una semana y fue, si nadie me informa lo contrario, el más largo de toda la historia. El miércoles faltamos al colegio y nos fuimos al pueblo vecino a curiosear. El club estaba cerrado y todos los hombres se habían reunido do en la cancha, entre las bardas. Formaban una larga fila para patearle penales al Gato Díaz y el entrenador de traje negro y lunar trataba de explicarles que esa era la mejor manera de probar al arquero".

jueves, 12 de enero de 2017

Estrofas para Leones

El plantel del Misura Leyendas 2016, antes de jugar la última fecha. Ahora, se viene la Temporada 25.

Lo que sigue es un poema lunfardo del estupendo Héctor Gagliardi. Retrata -de alguno o de varios modos- nuestro fútbol. El de los amigos, el ajeno al negocio, el que se juega en serio, el más auténtico. En definitiva, estrofas para Leones. Estrofas para nosotros.

Pelota de treinta

Bajo el solazo de enero
elegimos "el picado".
Con los dos arcos cruzados
que revoleamos primero,
de "pique" quedó "el tachero"
por no jugar "el petizo*"...
Es que la madre no quiso:
tenía botines nuevos...

La pelota era de treinta,
comprada en delegación...
Su bautizo fue "un tapón"
que casi mas la revienta.
«-Pierde, paga!», fue el alerta
que se le dio al afanado
que la pateó de "abocado"
teniendo la cloaca en puerta.

Empezamos a jugar
con un pique entreverado,
que, por mirar al costado,
nadie saltó a cabecear...
La tuvimos que parar
porque venía una vieja
que entre rezongos y quejas
no acababa de pasar...

Jugando con la pared,
-que es el wing que más la pasa-,
si es que un balcón no rechaza
de a traición en "reculié"-,
cantando se la dejé
al hijo del carbonero...
¡Se gambeteó hasta el arquero!
Cuando vino... ¡lo abracé!...

Retemblaba el empedrado
en esa tarde de enero...
¡Es de fierro el uno a cero
cuando es parejo "el picado"!
De "yapa" se había asomado
el padre de Genarito...
y el pibe sacó limpito
un "balazo" de "El pelado".

Por culpa de aquella chata
nos hicieron el empate.
Y le gritamos "¡cerrate!..."
Y va el "ruso", y se abatata.
¡Si al picar entre las patas
la patea al cadenero!...
Llegaron ellos primero...
y "nos metieron la tapa".

El guardapolvo anudado,
que cuando se embolsa el viento
hace "joroba de adentro",
ya lo tenía manchado...
Con el pecho había parado
un rebote de pared
que hizo volar el cartel
de: "¡Ojo! Recién pintado".

De apurado la fue a "pifiar"
por no pararla el "Gordito"...
y fue un tranvía maldito
que la vino a destrozar...
La tuvimos que mirar
serenita por la vía...
Fue un cachito de agonía...
y a quedarse sin jugar...

El más pibe del "picado"
la trajo partida en dos
y el "gordo" juró por Dios
que veinte tenía guardados
y que mañana o pasado
iba a tener otros diez...
ya lo había dicho otra vez
que la perdió de "afanado"...

A la orilla del cordón
nos sentamos aburridos
a mirar entristecidos
nuestra pasada ilusión
que mostraba el corazón
en dos mitades abierta...
¡pobre pelota de treinta
comprada en delegación!

*versión original "petizo", con zeta.

Más:
Sobre Héctor Gaglardi, en Todo Tango

miércoles, 4 de enero de 2017

Nuestro fútbol

Misura, en tiempos fundacionales, en Miramar.

Por Alejandro Dolina*
Vengo trotando con la pelota en los pies. Alguien me ha dado un buen pase y ahora me acerco al área contraria. Presiento un galopito detrás mío y apuro el tranco, asustado. Miro. Lo que veo no me dice mucho. La defensa adversaria está bien ubicada. En cuanto alguno se avive que no se me ocurre nada, me atora y me quita la pelota.

Podría tratar de cortársela al wing, por detrás del marcador, pero esas casi nunca pasan. También podría amagar el pase y seguir yo, pero noto en la cara del zaguero central que se trata de un individuo suspicaz: no se tragará ningún amague. De pronto, sin que nadie me lo diga, se que alguien aparecerá desde atrás para ayudarme. Entonces pongo cara de centreforward, corro al arco. El zaguero se corre un poco para tapar el tiro. Pero yo no shoteo. Le doy suave hacia mi izquierda. Y allí, por donde yo adivinaba, aparece el compañero, libre de marca, ganador, imparable. Casi sin acomodarla le mete un derechazo que entra por cualquier parte. Gol.

Después de celebrar con un grito, mientras los rivales deslindan responsabilidades, mi compañero me guiña un ojo. Al pasar me toca, apenas. He pensado como él. He confiado en él. Somos amigos. Sin mirarlo casi, le digo "Bien, che". Soy feliz.

Es hermoso el fútbol de la muchachada. El fútbol amateur, el de los equipos de barrio. El que se juega en canchas alquiladas. O en los pocos potreros que nos quedan. El que llena el Parque Saavedra. O la cancha de Alianza. O la de atrás de los cuarteles de Ciudadela. O los descampados de San Miguel.

Sobre ese fútbol se ha escrito poco y mal. No seré yo quien lo remedie. Mi humilde intención es trazar algunos apuntes para que algún estudioso de verdad empiece a escribir de una vez un tratado completo sobre el tema.

*Pensador, escritor.

El día del nacimiento (oficial) del Leyendas, en 2013.