lunes, 26 de septiembre de 2016

Misura, una leyenda amateur

Lothar Matthäus, con la del Misura, en Buenos Aires.
Por Walde*
Lothar Matthäus es el que marcó a Maradona en la final de México, en 1986. A él no le fue tan mal en términos individuales aquella vez. Por primera ocasión bajo cielo mexicano, Diego pareció un futbolista terrenal hasta ese último y definitivo pase a Burruchaga. Lothar es también el que nos ganó la otra final, cuatro años más tarde, en Italia. El tipo –crack universal; hombre récord en las Copas del Mundo– mira ahora con sonrisa y asombro. No estamos hablando de ninguno de esos partidos. Le cuento –atrevido, en plena mañana de Buenos Aires, en un rincón poco iluminado del Hotel Faena– que hay un equipo menor, amateur, pertinaz, que curiosamente mucho tiene que ver con él. Se llama Misura por razones de admiración y del azar. En la temporada 88/89 este alemán al que le simpatiza nuestra ciudad era mediocampista y figura del Inter que resultó campeón con un recorrido implacable. En la camiseta azul y negra –los nerazzurri– había una publicidad que se leía claramente, en letras blancas: Misura, decía. Duró unos cuantos años ese anunciante, una empresa de productos alimenticios. Era una suerte de marca registrada en tiempos en los que las camisetas no cumplían la función casi exclusiva de múltiple cartel luminoso.

Con cierta torpeza creímos que era más barato comprar las remeras con el nombre incluido que mandarlas a hacer. Ninguno de los fundadores del equipo sabe retratar con precisión el exacto momento en el que nos llamamos Misura en vez de Buitoni (entonces sponsor del Nápoli de nuestro querido Diego). ¿Fue en algún recreo, en el patio del Colegio San Román, ese precioso rincón en el que la magia del rock sucedió y nació Almendra, territorio de expresión de nuestro mago e inspirador, el Flaco Spinetta? ¿Aconteció en aquel primer verano juntos con 15 o 16 años en una playa y todos los vientos de Miramar? Si al agradable Lothar se le hubiera ocurrido la pregunta, mi respuesta mucho se habría parecido a una mentira obligada.

Lo percibo: a Matthäus le agrada el detalle. “Traje la ocho, la que usabas vos”, le digo, convencido, justo antes de la entrevista. Me corrige: “No, no. Yo me ponía la diez, como Diego. La ocho era de Nicola Berti”. Tenía razón. Cotejo luego, sin embargo: contra el Ascoli y contra el Lecce, él la usó. La ocho. La mía. Con la que juego en el Misura desde el tiempo en el que decidimos construir este equipo. Sí, hace más de dos décadas que jugamos juntos con aquellos del patio y del verano compartido. Amigos. El fútbol, territorio de cracks y de maderas que nos juntamos un rato, permite esas cosas.


El Inter de Matthäus. La publicidad en la camiseta generó una leyenda amateur.

Misura debutó en el Torneo de la UBA –quizá el más tradicional de los campeonatos amateurs– en 1993. ¿Saben qué? Nunca fuimos muy buenos que digamos. Esa mañana contra un rival que se llamaba Don Bosco –ya desaparecido– perdimos. A la fecha siguiente, en aquel torneo de la D, en la última cancha, la número 7, ganamos por primera vez. Goleamos: 5-0 contra Lacrademia, otro equipo de corta duración. En esa misma cancha que adoptamos como propia, siete años más tarde de nuestro triunfo inaugural, Lionel Messi se probó en River. No quedó. No es realismo mágico ni un cuento de Juan Villoro. Según contó la Revista 1986, allí fue el crack rosarino, en agosto de 2000, se destacó, hizo goles mejores que cualquiera de los que sucedieron sobre ese césped, pero no lo eligieron. Corresponde decirlo: Francisco Alloco -Pancho; capitán del Misura desde los días fundacionales- quedó en la prueba inicial del club de Núñez algunos años antes. Hoy es un especialista en marketing. “Yo hice cuatro goles en esa misma prueba de River, con Pancho y el Negro Imol, y ni bola me dieron”, rememora Rodrigo Cánovas, máximo anotador histórico del equipo, autor de 371 goles hasta la edición de esta nota. Otra omisión de aquel River.

Nuestro comienzo fue un vértigo: ascendimos de la D a la B en tiempo récord, estuvimos a un penal de ser campeones en nuestro segundo año. Luego merodeamos durante varias temporadas, llegamos a la División de Honor -algo así como la Premier de Ciudad Universitaria-, festejamos en el Master de 2005, descendimos, volvimos a ascender, pasamos a Veteranos. Un vaivén, siempre. Participamos -en paralelo- de búsquedas solidarias con el Misura como ámbito de referencia. Nos impulsaba un mensaje: Marcelo Bielsa -alguna vez entrenador del seleccionado de la UBA- decía que la principal victoria era la de jamás traicionarse como grupo, como espacio de pertenencia. Ese fue el primer mandamiento. Lo sigue siendo.

Competimos contra equipos que representan ciudades como Defensores de Viedma o Wolframio de Coronel Suárez. O frente a históricos, como Resto del Mundo o Cuaco o Azurra, eminencias del fútbol universitario. Pero nosotros, los mismos de siempre, los de aquel patio, seguimos ahí. Como la aldea gala de Asterix. A pesar de todo. Este mismo fin de semana, por ejemplo, aparecemos en la lista de convocados siete de los once que aquella mañana de 1993 nos levantamos temprano para matar al frío con una derrota compartida. Vale mencionarlos: El Negro Imol, que está lesionado, vendrá con su viejo Mario; estarán también Santiago Grazioli, Diego Cánovas, Gabriel Altini, este modesto jugador que escribe la nota, el capitán mencionado, el goleador que no para. Y desde el fin del Mundo, desde Río Gallegos, Mariano Zorzoli –fundador y estrella– preguntará por Whatsapp cómo nos fue. Me hubiera gustado contárselo a Lothar. El –creo– nos hubiera entendido. El fútbol también es eso: una excusa para seguir siendo amigos.

domingo, 25 de septiembre de 2016

Cuatro goles y un Tercer Tiempo


Ahí está la banda que construyó la goleada, en la Cancha 2. Es el después del partido, el principio del festejo. No sólo del 4-0 contra Cuero y Vinilo; también de Fisu, cumpleañero de la semana. Una vez más, el saludable ejercicio del Tercer Tiempo.

La punta asoma en el horizonte...


Temporada UBA 2016 - Veteranos B:
Misura Leyendas 4-Cuero y Vinilo 0*

Otra goleada, la cuarta en la temporada. Otra vez el arco invicto, por quinta vez en ocho partidos disputados. Dos datos contunndentes, irrefutables. Dos datos que, ahora, nos depositan de lleno en la pelota por el título.

Hay jugadores, hay equipo, hay convencimiento, hay entusiasmo creciente. Eso sí: desde el sábado (contra San Salvador) comienza otro momento. El de la consolidación. El de familiarizarse con la posibilidad de dar la vuelta olímpica.

El 4-0 curiosamente es una mentira. Generamos situaciones como convertir -por lo menos- otros cuatro goles. Otro detalle que agrada: no dependimos sólo de un goleador. Cuatro gritos, cuatro autores diferentes. Es el detalle numérico de un concepto: hay variantes para llegar al área ajena y para definir.

Se repite: que lo sepan todos; vamos por más. Por todo. Por esa vuelta que ojalá nos abrace al final del recorrido...

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Goles: Gonza, Santiago, Negro Albores y Rodri.
Premio Maradona: Gonza, Santiago.
Premio Pareto: IIIImol, Gaby, Grazio, Fisu.

El Equipo: Oscar, Grazio, Diego, Laucha, Gagge, Gonza, Tonito, Pancho, Santiago, Dani, Rodri, Negro Albores, Gastón, Fisu, Gaby, IIIIImol (los últimos dos no jugaron).

*Imol, Rodri y Pancho colaboraron en el informe.

jueves, 22 de septiembre de 2016

Chipi, ese campeón


Por Walde
A Chipi lo conocí hace 16 años. Lo descubrí pronto: iba a la UADE, estudiaba Periodismo y Publicidad, se sentaba en los asientos del fondo. Pero no era un pibe de universidad privada: era y es barrio puro. No sólo porque lleva en la piel a su Remedios de Escalada y a la zona Sur entera sino por sus códigos, por su modo de ser, por su generosidad. Es mi amigo desde el primer partido de fútbol que compartimos. O desde antes o desde apenas después.

Armamos un equipo en la facu con algunos otros que luego se sumaron ocasionalmente al Misura (como Catriel o como Rodri Risso, que iba a la UBA, pero era el novio de Laurita Saladino, bella compañera de esos asientos). En los amistosos, nos goleaban. En el único torneo que jugamos salimos campeones. Chipi fue el MVP de aquella Armada Láctea y del campeonato. La rompió. Era enganche, mediapunta, pateaba los tiros libres lo más parecido a un profesional que hasta entonces me había tocado ver.

Pero Chipi tenía otras virtudes, las más importantes para la construcción de un equipo: no te fallaba (ni te falla) nunca. No sólo porque estaba siempre sino porque en nombre del colectivo se sacrificaba ofreciendo su puesto para que entrara otro, su auto para que ninguno llegara tarde, su casa para festejar, algunas birras para que las derrotas también tuvieran charlas posteriores.

Era inevitable: no podía jugar en otro lugar que no fuera Misura, el equipo de mis amigos de toda la vida. Chipi era un Misurense de Ley mucho antes de que en 2008 nos diera una mano gigante para mantenernos en la A. Cuando todo parecía liquidado, él participó en el último tramo, disputó siete partidos, hizo cuatro goles (todos decisivos), jugó en cada puesto que le pedimos. Desde entonces, está cada vez que lo convocamos, ocupaciones múltiples al margen. Sobre todo en estos días del Leyendas en el que ya parece un soldado de la Vieja Guardia.

Hay más: Chipi es el tipo -entre todos los que conozco- que más ama el fútbol. Y de ese amor nació otra búsqueda: la de ser entrenador. Hizo el curso y ahí anda, ofreciendo cátedra. En su primera experiencia, con la 2003 de El Porvenir, salió campeón la última semana (como señala la foto que ilustra). Nos alegró a todos. Nos brindó esa generosidad que tuvo siempre con el elogio de los días compartidos con el León. De algún modo, nos incluyó como su Escuela de Fútbol.

Quizá pueda perder la semana que viene o la otra o todos los partidos que le toquen. Pero Chipi, mi amigo Chipi, seguirá siendo un campeón. Y, claro, otro de los Leones del Misura.

domingo, 18 de septiembre de 2016

Misura, el utilitario


Temporada UBA 2016 - Veteranos B:
Misura Leyendas 3-Kaiser 0

"Un equipo utilitario. Eso fuimos", dijo Grazio -otra vez arquero, otra vez decisivo- en el Tercer Tiempo. Y sí: definición perfecta. Nos adaptamos de modo impecable a las ausencias, jugamos un primer tiempo en el que conjugamos solidez con contundencia. Y lo liquidamos. Quizá nos faltó físico en el segundo tiempo y algún contraataque eficaz para ampliar la goleada. Y tranquilizarnos.

De todos modos es cierto, más allá del amplio margen del resultado, no nos sobró mucho en términos del juego. Tuvimos (de nuevo ante la adversidad y las circunstancias incómodas) pleno concepto de equipo, de generosidad para el retroceso, de colaboración en la marca. Nos faltó precisión y capacidad para asociarnos.

Lo más valioso se logró. Había que ganar a pesar de ausencias para seguir en la pelea de arriba. Y eso hicimos. Ganamos, goleamos, luchamos. Y así seguimos.

Que lo sepan los rivales y que lo entendamos nosotros puertas adentro: vamos por más...

Por todo.

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Goles: Rodri (2) y Negro Albores.
Premio Maradona: Gonza, Grazio, Laucha, Rodri.
Premio Pareto: Grazio, Negro Albores, Walde, Chipi, IIIIImol, Pela Celaya.

El Equipo: Grazio, Gagge, Gonza, Laucha, Iraní, Chipi, Walde, Pancho, Ale, Negro Albores, Rodri, Gaby, Fisu, IIIIImol (no jugó).