Paula Pareto ganó la medalla de oro en judo en los Juegos Olímpicos de Río. Lo logró tras muchos días y muchas noches de entrenamiento, de esfuerzo, de sacrificios anónimos, de viajes lejanos sin promoción. Creció de torneo en torneo a las sombras de otras figuras más visibles, al costado impublicable de las estrellas multimillonarias de otros deportes de élite. Se hizo fuerte en los tropiezos y se hizo llanto feliz en esta victoria que tanto merecía...
Desde hoy, el Premio Pareto reemplazará en nuestro Misura Leyendas al Premio MasChe (ex Dedicación - Espíritu Misura). No es casualidad: ella representa lo mejor respecto de lo que queremos ser. Aunque practica un deporte individual, La Peque -como le dicen, como le decimos- fue la primera en referirse al trabajo de su equipo, al mérito de sus entrenadores y de sus formadores. A esa construcción de todos.
El Capitán Pancho contó -justo antes del partido contra La Fresa, en la Cancha 7- una sensación que les sucedió a varios en nuestro Misura y en nuestro país: "La verdad, me puse a llorar cuando ganó la final. Me emocioné". Acontece que en esa victoria estaba también todo lo otro, tantos recorridos, tantas concesiones en nombre de darle para adelante, tanto amor a la tarea elegida. Y eso conmueve. Y eso invita a estas lágrimas compartidas...
Desde acá, Querida Peque, todas nuestras felicitaciones y la más profunda admiración. Queda claro: ya sos, desde hoy y para siempre, La Leona del León. Incluso, aunque todavía no lo sepas...