Faldu, en el Palacio Ducó, con la Bonavena de fondo.
A consecuencia de la lluvia del jueves y del viernes, no hubo fútbol en la UBA. Pero el Misura Leyendas siguió su recorrido detrás de una pelota. Faldu -hincha de Boca- quería conocer desde adentro El Clásico de Barrio más grande del mundo. Y allí fue con Walde, Quemero de ley, al Palacio Ducó. Se sentó en la Platea Alcorta, aprendió sobre los cracks de los años 20 que muestran sus nombres desde la Miravé, reconoció las 13 Estrellas del firmamento huracanense, se abrazó con Néstor Apuzzo -técnico y talismán de los últimos dos títulos del Huracán-, contempló de cerca la Bonavena, la popular más grande del fútbol argentino.
No sólo eso. También se sumó como un hincha más a los dos hits de la tarde de Parque de los Patricios: "Hay que saltar / hay que saltar / porque a Boedo / no vuelven más" y "El que no salta / es un Cuervo". Comprobó que no había lugar ni en los pasillos. Se quejó -con razón- por la salida de Rolfi Montenegro. Confesó que se quedó con ganas de gritar un gol.
A la luz del resultado -ese 1-0 casi ridículo- Rodri, Pancho y el Negro Albores lo acusaron de "mufa", de "piedra", de ser transmisor de mala suerte. Es cierto que el azar favoreció a los del Bajo Flores, pero no hay nada para reprocharle al 21 del Misura. Mucho menos en el día en que fue Quemero.
Walde, Apuzzo y Faldu, con el Palacio Ducó de fondo.