Hoy, en el Día Mundial del Arquero, corresponde rendir homenaje y ofrecer aplausos al nuestro. Oscar Sanabria llegó al Misura casi de casualidad. La distancia geográfica lo hacía factible de ausencias. Pero no, el tipo está siempre; recién llegado desde el Temperley de su corazón y de su nacimiento. Viene en tren, en colectivo, en auto, en lo que sea. Y no aparece para ocupar cualquier puesto. Nada de eso. El tipo viene a atajar. Es decir, a cumplir el rol más importante en cualquier equipo amateur. "Sin arquero, no hay paraíso", dicen los que mucho conocen de la cuestión...
Se consolidó. No sólo bajo los tres palos o saliendo en los centros, también en la dinámica del grupo. Ya es uno más en cada Tercer Tiempo, en las birras y las charlas compartidas después de cada derrota, empate o victoria. En este 2017, incluso, dio un salto de calidad. Se lo percibe muy seguro. No se come esos goles que cuestan partidos. Y -lo vi yo, no me lo contaron- hasta tuvo atajadas propias de un arquero profesional.
Sé que se va con bronca cada vez que no puede terminar con el arco en cero. Lo dice y también lo cuenta su cara. Y ese detalle retrata otra de sus virtudes: la autocrítica y el compromiso. Está claro: Oscar siempre viene a ofrecer lo mejor. Todo.
También, como hoy, en el Día Mundial del Arquero. En definitiva, su día. Al menos para este Misura que hace un rato largo lo empezó a querer...