"La caridad es humillante porque se ejerce verticalmente y desde arriba; la solidaridad es horizontal e implica respetuo mutuo".
Por Walde
Se nos fue Eduardo Galeano. El escritor que hacía magia con las palabras; y hace, porque allí están sus libros más vivos que nunca. El hombre que contaba los horrores y los errores del mundo y de la historia con la naturalidad del mejor de los vecinos. El señor impecable e implacable que ponía luces en la oscuridad para que todos pudiéramos ver un poco más. El amigo del fútbol -nuestro fútbol- como espacio de pertenencia, como territorio de expresión.
El nunca nos vino a ver jugar a Ciudad Universitaria, jamás gritó un gol de Rodri ni aplaudió un pase de Pancho o una atajada de Grazio o un cabezazo de Diego o un quite de Gonza o una corrida de Nito. Pero siempre estuvo ahí cerca, en la Vecina Orilla, contándonos que las derrotas -a veces- mucho se parecen a las victorias. Y que algunos triunfos son definitivamente unos impostores. Se sentó a la Mesa de los Galanes -al lado de Fisu o del Lenda o de Gaby o del Negro Imol- un montón de veces, en cada discusión. Y callando decía lo que las Venas Abiertas de América sangraban. Era invisible, pero allí estaba como lo que era: la voz de tantos invisibles que el mundo caminan.
Y sin querer queriendo resultó resultó nuestro prudente consejero, de esos que poco hablan y mucho dicen. También fue pertinaz defensor y militante de esos valores que el Escudo del León representa: la amistad, la solidaridad, la inclusión y la diversidad. Por todo eso, Querido Maestro, lo consideramos Nuestro Amigo. Por todo eso, muchas gracias.